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RUJE QUERIDA, RUJE LIBERTAD

“Me he quedado con el mensaje de libertad, de liberación interior, eso me ha llamado” respondió una mujer. Fue después de una charla que dí hace unos años presentando un grupo de crecimiento personal. En mi propio proceso ésta ha sido una de las sensaciones internas más presentes y de las joyas más maravillosas que me he ido llevando y también lo he visto en compañer@s terapeutas y clientes:  poder escuchar los gritos de libertad que luchan por rugir de nuestros adentros, darles cabida, escucharlos e incluso que vayan tomando el timón.

Y hablo de profunda libertad, no de la libertad de tener lo material bien cubierto (y a veces requetecubierto) para una vida materialista e individualista sin sentido muy típica en nuestros lares. Eso es más bien jaula de oro. Y a veces cuando tenemos la suerte de pararnos, si tenemos los ovarios/huevos de permanecer ahí un tiempo y escuchamos bien, vienen esos gritos de libertad, libertad interior.  

Hablo de gritos de libertad para permitirme vivir de otra forma, para liberarme de mis  introyectos o creencias normativas que me han marcado a fuego en mi familia, en mi colegio de niño, en mi entorno socioeconómico-cultural, y evolucionar a una madurez libre y responsable de ejercitar el derecho a vivir mi propia vida, que muchas veces es vida con otr@s,  vida amorosa con mi entorno, pero siento mi propia Vida. 

Hablo de gritos de libertad de mi cuerpo y de mis emociones, y de la conciencia y certeza profundas que de ahí me surgen cuando simplemente vivo según mis emociones y mis necesidades profundas y me olvido de mi mente y del autoconcepto rígido de cómo creo que soy yo, de cómo creo que es la vida y debería ser y del bla-bla, de mis secreciones mentales . Hablo de la libertad de experimentar, sentirme y permanecer abierto a lo que la vida va trayendo con ese sentir: Osea menos dogmatismo e ideas fijas y más experimentación y reconducción espontanea

Hablo de los gritos de libertad de legitimarme mis emociones, mis sentires y mis experiencias, y comunicar lo que me pasa en entornos de unión y respeto. Hablo de la libertad que me da poder expresar, mostrar y convivir con mis dificultades, problemas, y “miserias” como mis miedos, mi rabia contenida o expresada, mis decepciones con otr@s y mi falta de perdón al respecto , mis descreimientos, dudas e inseguridad, mi competitividad, mi pasión por agradar. Y voy desprendiéndome de algunas neurosis añejas como éstas (“mis particulares neuras y rarezas”), que me han venido acompañando toda la vida, y que a ratos me sacudo y a ratos se me enganchan de nuevo. De otras me desprendí para siempre. También hablo de la libertad y alegría de convivir con mis ganas de jugar, mi alegría, mi fé y confianza en el otro, mi amor y cariño a los míos, mi amor a mi trabajo, mi sentido profundo de la existencia, mi instinto de supervivencia, etc… En definitiva hablo de la libertad y también responsabilidad (y empoderamiento) que da el asumir todas esas partes como mías, asquerosa- o maravillosamente mías (o ambos a la vez). “Sí, ese asqueroso-maravilloso soy yo, qué pasa! y así está bien, y es suficiente, y estoy tranquilo con eso” 

Hablo de los gritos de libertad de rescatar a mi niño interior, cuyos polvos de su herida metí debajo de la alfombra, sin darme cuenta, eh! que fue sin darme cuenta, inconscientemente, como casi siempre nos pasa cuando funcionan nuestros mecanismos de defensa psicológicos: mecanismos de evitación como plan B de supervivencia al plan A, que es una vida autentica, más de Vivir y menos de sobrevivir. Eso fue una de las cosas más grandes para mí, rescatar a mi niño interior, explosionar toda su vivencia y así poder querer y aceptar mejor a mis padres, mi herencia transgeneracional y también a mi mismo. Y siento liberación cuando leo esta frase que dediqué a mi hijo  después de todo ese proceso y que aparece junto con su foto en mi mesilla  “Te concedo el derecho de equivocarte. Ama, ama y haz lo que quieras. Te quiero profundamente” y también siento liberación cuando me lo digo a mi mismo

Hablo de los gritos de libertad de sencillamente vivir una vida más lenta, aunque atareada, pero más lenta, con una mente más centrada, menos dispersa, más conectada al presente y con un estado mas permanente de serenidad porque me permite llevar todo mejor, me abre puertas a caminos de bienestar incluso inesperados, me abre a la conexión con lo Superior y me une a los Otros y a la Naturaleza. También hablo del grito de libertad del que reivindica esto para sí (y para todos) como un derecho humano fundamental y “pelea” porque eso sea así en su vida. Y entretanto a veces tengo experiencias de sentirme pequeñito dentro de la inmensidad, de sentirme un minúsculo e insignificante ser humano que va aprendiendo lo que es la Vida haciendo caminito, haciendo lo que puede, y acompaño a otros en su camino sí, pero no me olvido de mi caminito, caminito sencillo pero caminito 

Hablo de los gritos de libertad de.… Ups! Llaman a la puerta de mi oficina, viene a consulta una mujer. Me conmueve mientras me va contando algo sobre sus gritos de libertad, y voy intuyendo otros tantos que, joder! deseo con todo mi corazón y con toda mi alma que rujan desde sus adentros. Ojala…. Y pienso ahora “Ruje, querida, ruje.. ruje libertad”

Firma: Alfonso Labeaga, Fontxo